El terremoto de 7 grados en la Escala de Richter que azotó la semana pasada a la isla de Haití por supuesto conmovió a propios y ajenos hasta las entrañas. Miles y miles de muertos, miles y miles de heridos, casas y edificios totalmente destruidos, las comunicaciones y la provisión de servicios indispensables, como ser el agua y la energía interrumpidos, sin embargo, como siempre sucede con este tipo de tragedias naturales lo peor está por venir, es decir, la realidad es la más triste y aterradora que hemos tenido que conocer desde que se inició este 2010, que tiene tan solo veintipico de días, pero a medida que transcurren los días, esa realidad conmocionante y paralizante, en algún sentido, se ve absorbida y superada por otras aún más escalofriantes y desdichadas.
Porque a las muertes y destrucción que paralizó a esta isla emplazada en el Caribe americano, con el correr de los días se le han sumado, para terminar de convertir a la situación en una auténtica pesadilla, la violencia en las calles de parte de quienes están desesperados por conseguir un plato de comida para sobrevivir en el medio del caos y ven en el saqueo la única fuente de conseguir esa ayuda que cada día se hace más inalcanzable y por otra parte, la concreta posibilidad que se disparen epidemias como consecuencia que al día de hoy todavía es recurrente la presencia de cadáveres en las calles.
Por eso, en estos momentos, según los expertos de la ONU y del Comité Internacional de la Cruz Roja que están trabajando incansablemente en el lugar, los principales problemas se encuentran en la caótica situación de higiene y saneamiento que afecta al territorio haitiano y en la provisión de alimentos a los sobrevivientes que se han quedado sin hogar y que se agudiza como consecuencia de los mencionados saqueos y del alza inescrupulosa de los precios de los mismos, porque todavía quedan unos pocos que sí pueden pagarlos y ahí se genera la eclosión.
El cólera y algunas otras afecciones gastrointestinales severas podrían hacer colapsar a Haití aún más de lo que ya lo ha hecho el tremendo sismo acaecido la semana pasada.
En medio de este panorama desolador es de destacar la respuesta inmediata que habido no solamente de parte de casi todos los gobiernos del mundo, sino también las pequeñas colaboraciones que se conocen están haciendo los ciudadanos más allá de la que brindan sus países.
Foto: AFP
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