domingo, 2 de agosto de 2009
ALAN GARCIA Y LA SELVA DE PAPEL
Comentario:Carlos Basombrío Iglesias
Como todos los discursos de 28 de julio este también pasará al olvido en pocos días. Pero, por ahora, hay un fragmento que vive su cuarto de hora de gloria. Me refiero al pasaje en donde el presidente dio cuenta que era tal su ira contra los corruptos que los mandará a una colonia penal que ya se estaba construyendo en el medio de la selva.
Sabemos ya que no hay ningún penal en construcción con esas características y menos en la selva; también, que uno así no es viable, ni acorde a los estándares constitucionales actuales; conocemos, también, que el flamante ministro de de Justicia, el compañero Aurelio Pastor no tenía idea de que esas palabras estarían incluidas en el discurso, pese a ser la autoridad supuestamente responsable del tema.
¿Cómo llegó este párrafo al discurso presidencial el 28 de julio?
Arriesgo una hipótesis.
Partamos de un hecho macizo: el interés de Alan García por incluir temas anticorrupción en su discurso es igual a cero (sólo equivalente al que tiene por temas de derechos humanos, de los que también huye como Drácula con los crucifijos).
Lo que ocurrió fue que el mismísimo 28 de julio, Perú.21 amaneció con una carátula muy fuerte sobre el tema (“¿Y LA CORRUPCIÓN? Hoy se esperan medidas claras contra ese problema”), dando cuenta de una encuesta de la Universidad de Lima, publicada la víspera, que mostraba como para la población la corrupción se ha convertido tres años después de iniciado su segundo gobierno, en el principal problema del país; incluso, por encima de los acuciantes problemas económicos.
García luego de revisar los titulares de esa mañana se le debe haber ocurrido agregar algo a su discurso sobre el asunto y el anunció de un penal para los corruptos en medio de la selva le debe haber parecido impactante y suficiente, para palear la crítica ciudadana por su desinterés en el problema.
Muy revelador de la relación que Alan García tiene con sus ministros no se tomó la molestia de consultarlo con el de Justicia y simplemente lo lanzó. Después del discurso Pastor disimuló mal el hecho que no conocía nada de lo que el Presidente había hablado, pero también muy revelador de la relación que tienen los ministros con García, dijo que si el presidente lo ha dicho, inmediatamente ponemos manos a la obra, obviando cualquier consideración para el desarrollo de una política pública coherente. Dos días después ya le jalaron las orejas por desmentir al jefe y se ha auto flagelado “acordándose” que si estaba presupuestado y que se equivoco fue él.
No vamos a tener un penal para los corruptos en medios de la selva, para empezar porque algunos de los pocos que están presos por esa causa están logrando, gracias a poderosos padrinos, minimizar las acusaciones y probablemente terminen con penas muy benignas o libres de polvo y paja.
Y entretanto, de la lucha anticorrupción, o sea de enfrentar de a verdad el principal problema en la percepción de la gente y en la realidad cotidiana del funcionamiento del Estado, no hay nada. No lo hubo con Yehude Simon y su anticorrupción de papel y menos ahora con las cárceles de fantasía en medio de la selva
OTROSIDIGO: La “descentralización popular” o sea el masificar el sistema de núcleos ejecutores ciudadanos para gastar desde la sociedad organizada parte de lo que el Estado no puede, merece una discusión mayor. Pero, desde ya, el poner a cargo de la tarea al polémico y cuestionado compañero Carlos Arana, uno de los más visibles cuadros encargados del proselitismo partidario desde el Estado, no es precisamente garantía de independencia y criterio técnico para la selección de beneficiarios y se corre el riesgo de mayor clientelismo y corrupción.(Derechos Reservados)
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