Por: Juan Sheput
¿En qué tipo de país nos estamos convirtiendo que permitimos que se difame y se calumnie a gente correcta? No es primera vez que sucede, es cierto. Ya hemos visto como funciona este sicariato mediático contra Mario Vargas Llosa en 1990, contra Andrade y Castañeda en el 2000, contra Toledo en el 2001 y ya en democracia, contra Valentín Paniagua en el 2006.
En todos los casos mencionados subsisten varios factores comunes: corruptos que buscan impunidad, empresarios sin ética que buscan consolidar negocios, pseudoperiodistas que agreden -no por convicción sino por remuneración-, chistosos radiales expertos en destrucción de imágenes, por mencionar a sólo un conjunto de elementos similares.
En el caso de Valentín Paniagua podemos decir lo siguiente: los mismos que hoy atacan a Susana Villarán lo hacían contra el fallecido presidente en esos días. Las razones eran las mismas. Intereses económicos que ya se habían dado cuenta que con Valentín no podrían hacer los pingües negocios que hicieron con el fujimontesinismo se dedicaron a encargar la masacre o ninguneo mediático. No soportarían 5 años con un hombre decente. Incapaces de iniciar un debate ideológico recurrieron a la farsa y a la tergiversación. ¿El resultado? Un presidente a la medida de sus gustos, usos y costumbres: Alan García. Vemos en forma diaria como se remata el país y como se vende hasta lo donado por la nación peruana a nuestras fuerzas armadas como el caso de Collique.
Salvando las distancias lo mismo sucede con Susana Villarán. Los calumniadores de turno, en medios planos y electrónicos, la lapidan con ladrillazos debidamente embadurnados de mermelada. Son incapaces de sostener un debate ideológico con ella o su equipo. Les aterra su decencia. Los intereses económicos o los funcionarios corruptos de la Municipalidad temen que les quiten las "obras" inútiles que han infartado el tránsito en Lima o se reviertan los cambios de zonificación que han perpetrado en los últimos días. El pecado de Susana es decir que no permitirá que se vendan los acantilados de la Costa Verde ni que se acabe con el cinturón verde de Lima que es el Valle del río Lurín, que se preocupará por la educación y la salud de los más pobres, que más importante que las "obras", que llenan las arcas de las empresas constructoras, es la construcción de una ciudad inclusiva.
Ignoran los atacantes por encargo que el juego de Susana es ganar - ganar. Que si es la nueva alcaldesa de Lima la ciudad tendrá una oportunidad distinta de ser menos contaminada y más agradable y por supuesto, nada corrupta. Que si pierde puede ser sin remordimientos candidata presidencial y colocar a nivel nacional un buen número de congresistas. Y que esos congresistas tendrán en su agenda la fiscalización, el respeto a los derechos humanos y la lucha contra la corrupción. Y todo eso atemoriza a los que hoy intentan lapidarla.
Este no es un asunto de por quién se va a votar. Es un tema mayor. De si queremos ser ciudadanos que no vamos a tolerar que unos cuantos miserables se dediquen a destruir las honras de gente correcta no por convicción, repito, sino por encargo. El fujimontesinismo puro ha vuelto y es necesario desenmascararlo.
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