miércoles, 28 de octubre de 2009

PROTOCOLO SOCIAL: ES UNA NECESIDAD SEÑOR PRESIDENTE REGIONAL DE ICA


Diversos comentarios y opiniones unas a favor otras en contra, son las que originaron EL BAILE DEL MOCHACHO en medios escritos y televisivos de circulación local y nacional si es que no dieron la vuelta al mundo las imágenes propaladas en youtube.

El Filósofo Chino Confucio pronunció estas sabias palabras: “La naturaleza hace que los hombres nos parezcamos unos a otros y nos juntemos; la educación hace que seamos diferentes y que nos alejemos”

El protocolo social es una necesidad, defiendo su puesta en práctica y muestro la lógica de las pautas que contiene. Sencillez, respeto, prudencia, cortesía, tolerancia, amabilidad, humildad y naturalidad son las bases sobre las que se asienta.

Todas las acciones, los comportamientos, las formas de actuar tienen un por qué. La respuesta a cualquier pregunta que uno se formule no es algo tan simple como responder Si o No, más bien, depende. ¿Depende de qué? De con quién, de dónde, de cuándo, de en qué momento, de cómo, de por qué. Qué circunstancias te motivan a actuar de esa forma, con qué tipo de gente, en qué situación, inducido porqué, con qué objetivo, qué factores influyen en tu conducta, qué prima a la hora de tenerlos en cuenta…

Toda acción tiene una causa que la origina, que la justifica, que la refuerza, que la recomienda, que la obliga. Cada situación requiere un comportamiento concreto adecuado a cada circunstancia, aplicado con tolerancia y transigencia.

¿Por qué nos dejamos arrastrar por actuaciones conjuntas? ¿Por qué, aún a sabiendas de actuar en desacuerdo con nuestras ideas, las llevamos a cabo? ¿Por qué…?

Para integrarnos, para relacionarnos, para formar parte de un determinado grupo social; pero… ¿a cualquier precio? Permitir que otros dirijan su vida, guíen sus pasos, orienten sus actos, encaminen sus acciones, anulen sus decisiones, desoigan sus deseos… y, aún encima, convertirle en una marioneta. ¿Merece la pena?

Descuidamos nuestra conducta, omitimos la dimensión que abarca nuestro proceder. El comportamiento pone de manifiesto los pensamientos, valores y objetivos que persigues. Tu forma de actuar refleja cómo eres, qué piensas, en qué te apoyas, por qué luchas, en qué cree; trae consecuencias que afectan a familia, amigos, compañeros, vecinos.

Comportamientos infantiles, simples, torpes, negligentes deben dejar paso a conductas naturales, sensatas y razonables; apoyadas en criterios lógicos y actuales, realistas. Huyamos de disculpas vacías de contenido, de opiniones subjetivas y de actitudes transgresoras y pongamos el acento en la educación, que nos hace libres.

Cada persona tiene unas actitudes, unas aptitudes y unas cualidades que la diferencian de los demás. Diferencia que humaniza, embellece y enriquece las relaciones sociales. Oscar Wilde decía que “la elegancia brota desde dentro, nace y es cualidad del espíritu, se expande y denota en la forma cotidiana de ser uno mismo”.

El protocolo social es aplicable a cualquier ámbito: personal, laboral, empresarial. No es exacto, se aplica con flexibilidad y criterio la práctica más adecuada a cada situación puntual. Actuar con seguridad, saber qué hacer en cada momento y realizarlo de forma adecuada es fundamental en cualquier función que se desarrolle.

Conducirte con naturalidad en los distintos ambientes, actuar de forma segura, proyectar tu mejor imagen en cada momento, destacar por tu tolerancia, discreción y solidaridad imprime mérito a tu biografía personal y profesional.

Un protocolo social respetuoso, actual, reflexivo, maduro, sensato y cauto. Es la disciplina que siento y defiendo, la que pongo en práctica y sugiero aplicar. Hoy más que nunca, la educación es un valor en alza.

“En realidad nunca crecemos. Sólo aprendemos a comportarnos en público”. (Bryan White)









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