LLosa_berlinale Es la primera vez que una película peruana es nominada para el Oscar de la Academia de Artes y Ciencias Cinematografícas de Hollywood, en la categoría de “Mejor película Extranjera”. Sin duda toda una consagración mundial, máxime si se trata de un filme que despertara altas polémicas, pues su tema es el de la violación de las mujeres del Ande, durante el transcurso de la guerra interna que vivió el Perú, entre 1980 y el año 2000.
Esta nominación, en sí, para todos los entendidos es ya un galardón sin par, si tenemos en cuenta que sólo una película de América Latina, la argentina “La historia oficial”, ganó en este rubro en 1986
La cinta dirigida por la peruana Claudia Llosa y actuada magistralmente por la actriz huantina (de una provincia del Departamento Serrano de Ayacucho) Magaly Solier, trata de una muchacha, cuya madre ha sido violada y, por temor a que esto se repita en ella, camina con una papa dentro de la vagina.
Según los conocimientos vernáculos, tradición mágico-religiosa, la mujer violada produce una leche (de allí la “teta asustada”) que transmite una suerte de síndrome nervioso, que de este modo justificaría el que sus vástagos sufran esa suerte de paranoia que parece acompañar a la protagonista del filme, una muchacha de pueblo que fuera “descubierta” por la directora mientras vendía comida en la plaza de su pueblo natal.
La violación que sufre la madre de Fausta –tal su nombre en el filme-, es solo una muy pequeña parte de los eufemísticamente llamados “daños colaterales” que arrojó la represión antisubversiva que, todavía hoy tiene libres a genocidas –con uniforme y sin él- autores de horrendas masacres que incluyen fosas comunes y arrasamiento de poblados enteros, con el pretexto de la “pacificación”.
De alguna manera este tema de la aún no castigada violencia antisubversiva, es, asimismo, el de “La boca del lobo”, posiblemente el mejor filme del fecundo director peruano Francisco Lombardi que aborda el arrasamiento de un pequeño pueblo ayacuchano, por un pelotón del ejército, que combatía a “Sendero luminoso”, el mayor grupo subversivo de aquellos tiempos, en la región mencionada.
Ahora “La teta asustada” que viene de ganar premios en la Berlinale (el preciado Oso de Oro), en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara, en el de Bogotá, en el de Canadá y en el muy reciente de La Habana, presenta al mundo entero un capítulo de la desgarrada historia del Perú reciente, que, por cierto, no es un caso raro en la controvertida historia de la mal llamada “pacificación”.
Dos mundos distintos
Las celebraciones, como anécdota, en este caso, fueron distintas. La directora Claudia Llosa, que reside en Barcelona, allí vio, en su computadora, la ceremonia de nominación, lo que le produjo una alegría muy justificada. Mientras tanto, Magaly Solier, la peruanita serrana, sin estudios de actuación algunos –y que, sin embargo, ya ha dado muestras de su talento genial en el no muy joven cine peruano-. Ella celebró mientras trabajaba en su chacra de Huanta, pues su irrupción en la escena fílmica internacional no ha alterado su proverbial sencillez y compromiso social, que se trasunta en la respuesta que diera a un provocador periodista, quien le preguntara si, como cierta muchacha peruana reciente ganadora de un título mundial de boxeo, solicitaría del Gobierno le dé un departamento para habitar.,Magaly respondió que ella solicitaría una Universidad para Huanta, su lar nativo.
Pero asimismo hubo una celebración extra, en “Manchay” poblado en los extramuros de Lima, donde se filmaron algunas de las locaciones de la película. El pueblo entero, que de alguna manera fue protagonista, hizo una fiesta singular pues sus imágenes –lo sabían- iban a ser proyectadas en el concierto internacional, aunque ya lo estuvieron, pues sabían de cómo había corrido la justa fama de “La teta asustada”. Mención singular merece el hecho de que la avant premiere del filme se hizo en el propio pueblo de Manchay, por cierto con proyección al aire libre, y en medio del júbilo de aquellos rostros humildes que jamás pensaron dar ese salto dialéctico hasta la gran pantalla.
La directora Claudia Llosa ya había sido pasto de polémicas con su película “Madeinusa”, historia de una muchacha –aquí fue el debut cinematográfico de Magaly- que vive en un pueblo donde, el día de la Muerte del Señor Jesucristo, todo está permitido, y se dan, por ejemplo, sin que llame la atención a nadie, escenas de incesto y abundante consumo de alcohol, lo que conduce a cuanto desmán se puede imaginar. Antropólogos y sociólogos dieron su opinión crítica del filme e hicieron una requisitoria contra la directora, a la que acusaron de explotar el sensacionalismo y no haber hecho un correcto estudio de las condiciones sociales de determinadas comunidades del interior de la República.
Pero ahora nada de eso importa. El país entero aguarda por el 7 de marzo, cuando los cineastas Pedro Almodóvar y Quentín Tarantino, anuncien el nombre de la película ganadora en la categoría mencionada.
El filme peruano competirá con el argentino “El secreto de sus ojos”, el israelí “Ajami” y las francesa y alemana “Un prophete” y “The White Ribbon”, respectivamente.
El cine peruano, que es víctima de un abandono reconocido, ahora ya nota el oportunismo del Gobierno que, por boca de su Ministro de Comercio Exterior y Turismo, Martín Pérez, anuncia que la película será promocionada en su camino al Óscar, que ayudarán a su presentación en Los Ángeles y Nueva York, así como seguirá siendo publicitada por diferentes medios.
En tanto los impuestos agobian a los productores de cine y la ayuda estatal o es mezquina o nunca llega.
Atención, pues, al oportunismo mediático, que esto puede conducir a ganarse algunos puntos a un Gobierno cuyo desprestigio internacional –por su entreguismo anti-latinoamericano- merece más de un Óscar
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