Ministro de Economía y Finanzas |
Lo bueno de ser banquero, agroexportador y ministro, todo a la vez, es que como en la santísima trinidad se puede endeudar a los otros propietarios del entorno cuyas tierras se ambicionan, hasta que no puedan pagar lo que se debe y el banco los pueda rematar a su dueño y usar el poder político para saltarse cualquier norma o protesta.
De los años 80 a la fecha, el Ing. Ismael Benavides Ferreyros, pasó de una propiedad agrícola de no más de 150 has., que lo hacía un mediano agricultor de la región de Ica, casi como una distracción en sus ratos libres de banquero, minero y asesor de Estado, a más de 1,000 hectáreas con agua e instalaciones modernas, de un inmenso valor comercial.
De los frutales se extendió a los espárragos y creó unidades industriales en sus fundos; de una empresa pionera es hoy dueño de 12 razones sociales, a su nombre o al de sus hermanos. Hoy es un gran empresario agroindustrial en Ica, y sigue siendo un hombre de la banca y uno de esos ministros que García pone, saca y vuelve a poner en el gabinete. Uno de sus brazos empresariales emblemáticos es la empresa de Servicios Agrícolas Huamaní SAC, cuyo presidente de directorio es Ernesto Benavides Ferreyros y cuya gerente general es María Benavides Ferreyros, que como habrán adivinado son sendos hermanos del susodicho.
A principios del 2010, la empresa Aceros Arequipa, de considerable poder en la región, pretendió ampliar sus instalaciones en Ica, adquirió terrenos e intentó jalar agua de las fuentes que se usan para la agricultura. Entonces, Servicios Agrícolas Huamaní y el grupo Benavides, pegaron el grito al cielo y proclamaron “defender la agricultura y el medio ambiente contra la amenaza industrial”, “el pueblo unido jamás será vencido”(¿no les evoca Tía María y casos por el estilo), y efectivamente movilizaron a los campesinos y le ganaron a la industrial del acero.
Muy bien, pero cuando, pasando por encima de disposiciones explícitas para la conservación del agua escasa en Ica, los Benavides siguen adelante erre con erre, e instalan pozos tubulares de última tecnología, cuyo impacto es succionarle el agua a los demás (ha secado por los menos cinco pozos en el espacio de las 30 hectáreas más cercanas productoras de espárragos, y ha afectado a pequeños productores en 500 hectáreas a la redonda, que antes encontraban agua a cinco metros de profundidad y ahora tienen que cavar hasta 15 metros),se acaba la unidad del pueblo, derechos de los agricultores ni ningún otra consideración que no sea sus intereses particulares.
La Resolución Administrativa 001-2008 GORE-DRAG-1/ATDRI, del gobierno regional, la ley de aguas 17752 y su reglamento, y el decreto supremo No. 025-2007, disponen, todos ellos, la prohibición de perforación de nuevos pozos para extraer aguas subterráneas con fines de exploración y explotación, en el Valle de Ica y Pampas de Villacuri, provincia y departamento de Ica, salvo aquellos de uso doméstico y uso poblacional.
Todo esto por supuesto lo sabe el ingeniero Benavides y sus hermanos, no sólo porque es su obligación y por sus lazos con el Estado, sino porque unos enormes carteles en la carretera y en la entrada a sus propiedades subraya el punto todo el tiempo: “Prohibido la perforación de nuevos pozos”.
¿Cómo puede alguien que fue ministro de agricultura y poco después volvería a hacerse cargo de la economía del país, violar tan groseramente el orden legal? La respuesta es la misma en la que están pensando.
Así cuando lo agricultores se quejaron y presionaron con un nuevo conflicto, el Ing. Javier Chiang Ampudia, administrador del distrito de riego Río Seco de Ica, hizo una inspección de campo y ordenó la paralización del pozo de los Benavides. Si en cinco días no se entregaban las autorizaciones correspondientes para la apertura de un pozo nuevo, se sellarían definitivamente sus instalaciones.
El 11 de noviembre último Servicios Agrícolas Huamaní demostró que el que puede, es porque puede, ya que en pleno procedimiento inició una nueva excavación esta vez desde el pozo hacia su planta de espárragos, en un largo de 1.5 Km., succionando el agua de los demás. Y para coronar su hazaña había un fiscal de Pico y un pelotón de policías, no para cumplir la ley, sino para evitar que los agricultores afectados pudieran amenazar las abusivas obras. Así, el ingeniero Benavides se queda con el agua, la tierra, el dinero y el fajín, mientras los agricultores con la tierra sedienta, las deudas y el palo de la represión. Mercado libre, que le dicen.
(Raúl WienerUnidad de Investigación - Diario La Primera)
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