Frente al anuncio del ministro de salud, Alberto Tejada, para la aplicación de un impuesto especial a la comida chatarra en el Perú, el coordinador de Forosalud, Ariel Frisancho, saludó dichas declaraciones que buscan “educar a la población sobre sus hábitos alimenticios”.
“Más que un tema de impuestos, se trata de fomentar el consumo de una alimentación balanceada y saludable. La obesidad infantil es una enfermedad que ya está afectando al país: al menos uno de cada cinco niños la padece”, advirtió Frisancho.
Tras recordar que la propuesta fue planteada por su gremio en noviembre pasado, hizo hincapié en que el impuesto permitiría la recaudación de fondos que podrían ser usados para el tratamiento de las enfermedades producidas a causa del consumo de la comida rápida como la obesidad o hipertensión.
“Lo recaudado podría servir también para un mejor análisis nutricional sobre los productos que a diario compramos y consumimos”, ejemplificó.
Si bien los niños son quienes más se exponen a este tipo de comida, señaló que también los adultos no escapan a su consumo.
“Las rutinas de hoy en día hacen que las personas consuman lo más cercano, accesible y fácil y esto, en muchas oportunidades, es la comida rápida. Una vez que se crea el hábito, en pequeños o adultos, es difícil erradicarlo. Por ello, estamos llamando a una cultura de prevención”, indicó.
Asimismo, dio cuenta que en caso prosperar la propuesta a una ley de impuesto a “la comida chatarra”, esta no sería suficiente, si no se tiene en cuenta una alianza estratégica con el sector educativo del país.
PRIMERA FORMACIÓN
Por su parte, el presidente de la Sociedad Peruana de Cardiología, Mario Zubiate, mencionó la importancia de una política de salud dirigida a fomentar una alimentación saludable. “Hay que reorientar los hábitos de la alimentación, sobre todo, de los primeros años de vida, sin necesidad del consumo alto en grasas”, planteó.
Arbitrario
En tanto, el chef Gastón Acurio se mostró en contra de dicha propuesta, tras preguntarse cuál sería el criterio que determinaría cuáles serían los alimentos catalogados como chatarras y cuáles no, así como quiénes serían los encargados de tal discernimiento.
Acurio propuso, en todo caso, establcer políticas de salud adecuadas que incentiven el consumo de una buena alimentación.
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