viernes, 22 de julio de 2011

BUZOS DE PESO

Por Gustavo Gorriti y Romina Mella.-


¿Una foto vale más que mil palabras? Depende. A veces dice todo y a veces dice poco. Con las imágenes, como sucede con las palabras, el contexto es todo.

La foto que ustedes ven ahora no solo atrae miradas por lo conocida que es una de las dos figuras que acaparan la imagen. La persona al lado del presidente de la República también llama la atención porque no es frecuente encontrar a alguien ligeramente más alto y con un peso cercano al de Alan García.

El corpulento individuo parado junto al rotundo presidente es un ciudadano colombiano. Se llama Farid Nader Nader. Todo indica que llevaba un buen tiempo en Lima cuando se tomó la foto y que tenía ya varias e interesantes relaciones con personas conocidas, empresarios, funcionarios…

Nader era también, a su manera, un empresario cuyo rubro no declarado de negocios, de acuerdo con las autoridades, era la exportación de psicotrópicos. Más específicamente, de clorhidrato de cocaína.

Es un negocio, como se sabe, con muy altos márgenes de ganancia, pero cuando sale mal, el precio suele ser mayor que un proceso de insolvencia en Indecopi.

IDL-R se comunicó esta tarde, a las 4:16 p.m. con el secretario de prensa de la Presidencia de la República, José Chirito, para transmitir al Presidente la pregunta de si conocía o no, y cuánto, a Farid Nader. Hasta las 9 de la noche no se obtuvo una respuesta. IDL-R la publicará en cuanto Alan García la dé a conocer.

Farid Nader el día de su detención en Surco.

A las seis de la mañana del 3 de julio, Nader fue detenido por detectives de la Dirección Antidrogas de la Policía (Dirandro), en la avenida Benavides, cerca de la universidad Ricardo Palma. Manejaba un auto Peugeot y lo acompañaba su pareja, Gabriela Ibarra Espinoza. Entre los dos llevaban 25 mil dólares y 5 mil euros.

Ese arresto fue una de las últimas acciones de un gran operativo que la Dirandro había puesto en ejecución desde la madrugada para desbaratar a una compleja organización de narcotraficantes en el momento mismo del embarque de la droga.

La organización era dirigida y estaba centralmente integrada por colombianos, con el apoyo de varios peruanos, entre los cuales un policía. Se especializaba en contrabandear droga por vía marítima. El embarque de la droga se hacía casi invariablemente mediante buzos. La Policía, que había empezado a vigilar a esta organización desde el mes de mayo, le puso el nombre inevitable a la operación: El ‘caso buzos’.

Nader, según las autoridades, llegó al Perú en junio de 2010, para, de acuerdo con lo investigado por la Policía, dirigir los embarques de cocaína desde el Perú. Actuaba en coordinación con capos colombianos del narcotráfico. El financista de los intentos de embarque vigilados por la Policía, por ejemplo, es un colombiano conocido como ‘Negrini”, quien usa, aparentemente, un pasaporte venezolano.

Desde su llegada hasta su arresto, Nader organizó y ejecutó por lo menos dos envíos de droga. En el ínterin buscó de relacionarse todo lo posible. Se presentó como un hombre de negocios dedicado a la exportación (desde un cierto punto de vista, dijo la verdad) y muy interesado por eso en conocer todo lo posible sobre tráfico marítimo, itinerario de naves, movimiento de puertos.

También estableció una relación con una mujer vinculada con marinos. Todo indica que tuvo acceso al club Regatas y que, como se ve en esta edición, no desaprovechó ocasión para estar cerca de la gente que toma decisiones.

Eventualmente, Nader terminó esa relación (y lo más probable es que la persona con quien la tuvo no haya sabido nada sobre sus reales actividades y, más bien, haya sido utilizada) y empezó otra con Gabriela Ibarra. Pero, el objetivo central de Nader eran los embarques de cocaína, y ahí sí estuvo muy activo.

De acuerdo con fuentes policiales, Nader llegó a participar en por lo menos dos embarques antes de empezar a organizar el que terminó con su arresto.

A comienzos de año, Nader buscó efectuar un envío de droga desde Pisco. Logró reclutar a un miembro de la Marina, que le informó sobre el movimiento de embarcaciones.

Nader alquiló una casa en Pisco desde donde hizo los arreglos para despachar la cocaína. Se le sumó otro colombiano, Hernán de Jesús Ahumada, de 63 años, que resultó ser el encargado de la logística. Llegaron también dos buzos colombianos que se alojaron en la misma casa.

Era un embarque de 50 kilos, que fracasó cuando unos agentes de seguridad que custodiaban el barco se alarmaron ante la cercanía de la lancha con los narcotraficantes e hicieron disparos al aire.

Los colombianos regresaron con los 50 kilos de cocaína a Lima y eventualmente añadieron treinta más. Toda la droga quedó en casa de Ahumada. En una ocasión llevaron el alijo hasta Chincha, para otro embarque que fracasó, hasta que tomaron la decisión de hacerlo, a principios de este mes, por el Callao.

Todo un aparato logístico se puso en marcha, incluyendo la participación de un policía en servicio activo, Alejandro Colán Azalde, quien les daba seguridad, transportaba la droga en su carro y hacía tareas de contravigilancia. No llegó a percatarse, sin embargo, del seguimiento de la Dirandro.

Otras personas fueron reclutadas para conseguir las lanchas y realizar también tareas de seguridad. Félix Clemente Granados, por ejemplo, que trabajaba en Enapu, informó sobre itinerarios y proporcionó las lanchas.

Para el embarque en sí llegaron dos buzos desde Colombia: Wilfredo Collantes y Robbin Lozano, que se alojaron en el hotel Larco, en Miraflores.

Alejandro Colán Azalde
Félix Clemente Granados
Wilfredo Collante Stan
Robbin Lozano Padilla

¿Cómo se iba a realizar el embarque? La droga iba a ser llevada en una lancha desde la playa de Chucuito hasta acercarse al buque. Ahí, los buzos se iban a sumergir para llevarla por debajo del agua hasta pegarse al casco de la nave. Entonces, tripulantes del buque que habían sido ya reclutados por los narcotraficantes iban a lanzar sogas con ganchos con los que los buzos asegurarían las bolsas impermeables que contenían la cocaína. Hecho esto, la droga sería izada al barco y escondida hasta llegar al punto de destino, en Europa.

A la una de la madrugada del domingo 3 de julio, el suboficial PNP Azalde llegó con la droga a la playa de Chucuito. Ahí los esperaba el portuario Clemente, mientras que Ahumada con los dos buzos ya estaban en la lancha.

Entonces les cayó encima la Dirandro con 23 agentes.

Azalde sacó el arma y amenazó con disparar. Varios policías lo derribaron y desarmaron.

Ahumada y los dos buzos fugaron a todo motor de lancha y arrojaron dos bolsas con droga al mar. Eventualmente, esa cocaína fue recuperada por la Dirandro. La otra mitad fue incautada en la orilla.

Bolsas impermeables con cocaína incautadas por los agentes de la Dirandro.

La libertad no le duró a Ahumada ni a los buzos. El primero fue capturado en su casa y los otros en su hotel.

A las seis de la mañana, Nader y Gabriela Ibarra fueron arrestados junto a la universidad Ricardo Palma.

Nader está ahora en la cárcel y la parte hasta ahora conocida de su organización resultó aparentemente desbaratada. Pero este es apenas un pequeño capítulo de las historias y las circunstancias que rodean la exportación de alrededor de 300 toneladas de cocaína desde el Perú cada año. La compleja logística, las complicidades y la cercanía frecuentemente inadvertida de los exportadores clandestinos de cocaína a las personas menos esperadas.

Por eso, a veces una fotografía no solo puede significar mil palabras sino otras tantas historias, o diez mil confusiones.

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