Aunque en Palacio afirman que no se compra ni una gota de licor, un lote de vino Premium dice lo contrario...
Por Gustavo Gorriti.-
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Foto: IDL Reporteros |
En esta vida, es difícil librarse de las etiquetas. Ellas te describen, te definen, a veces te limitan y otras hasta te caricaturizan.
Y son ambiguas. Porque cuando la escuchas en singular, se supone que te indica las reglas que debes seguir en sociedad. Pero si la ves, y a colores, es probable que sea pegada a una botella.
Las etiquetas, como se ve, son importantes. A veces, también se toman. Pero puede que el Perú sea el único país en el que la etiqueta de una botella te define políticamente.
O, mejor dicho, te definen políticamente.
A Toledo, el expresidente y hoy candidato, sus enemigos le pegaron la etiqueta azul del Johnny Walker. Antes le hicieron fama de borracho sin preferencia de marca; pero cuando llegó a Palacio le imputaron una afición hambrienta por lo fino y lo suntuoso, sobre todo si venía en botella y con una etiqueta azul.
De los enemigos se pasó a los oponentes y finalmente a los caricaturistas. De la etiqueta a la otokota.
Así que, cuando llegó García a la presidencia, fue evidente que éste trató de contrastar al máximo posible su propia imagen con la de su predecesor, a cuya caricatura él contribuyó en gran medida.
Nada de etiqueta azul en Palacio, fue la consigna. Menos de otokota ozol. Ni negra, ni roja. Ni vodka, ni ginebra, ni ron ni, puestos en ello, cañazo ni masato. De hecho, de acuerdo con las declaraciones del secretario general de la presidencia (en licencia), Luis Nava, diera la impresión que las elecciones de 2006 fueron ganadas por la liga de abstemios.
“Desde el 2006 no se compró una gota de licor en Palacio” dijo Nava, el martes 15, en entrevista telefónica con IDL-Reporteros, “en Palacio lo único que se toma es té, café o gaseosa”.
¿De verdad? ¿Y qué se tomó, por ejemplo, el día del pisco sour, o en la visita del presidente de Chile, Sebastián Piñera?
“El pisco”, aclara el sub-secretario (y ahora secretario en funciones) general de Palacio, Ricardo Neyra, “que se invita en Palacio es donación de Judith de la Mata [abogada de Alan García y actual embajadora en Argentina] y su esposo, que lo producen y les llega en bidones”.
¿Solo se toma el pisco de De la Mata? No precisamente, agregó Neyra, “todos los otros licores llegan de la Cancillería, a través de la Dirección General de Protocolo y Ceremonial del Estado”.
Entonces, no es que la liga de abstemios gobierne en Palacio, sino que ha cambiado la manera de abastecerlo con licores.
Y con qué etiqueta.
Por lo general, en periodismo de investigación, uno obtiene documentos. Pero en esta ocasión, el documento fue una botella que llegó a IDL-Reporteros.
Se trata de una botella muy especial, del tipo que, sin necesidad de ser sommelier, uno asocia de inmediato con un vino sobresaliente.
Y eso es, precisamente: un vino premium Iubelius, de la bodega Viniterra, de Luján de Cuyo, en Mendoza, Argentina. Es un producto tan exclusivo que, según Viniterra, solo se producen 5 mil litros por año. (La producción total de la bodega es de más de un millón 200 mil litros, para que se tenga una idea de lo especial de ese vino premium).
La pesada botella de Iubileus con su caja original al costado (Foto: IDL-Reporteros).
El Iubileus es una mezcla de Malbec, Merlot y Syrah, (blend of Terroir) con una predominancia de Malbec.
“Luján de Cuyo produce vinos espectaculares”, dijo a IDL-R (reporteros.pe) la prestigiosa enóloga Cristina Vallarino.
El vino Iubelius no se vende al público en Lima. Y el lote que llegó al Perú tuvo una etiqueta muy peculiar y un solo destinatario.
La etiqueta es Alan García Pérez, a quien se identifica, por si acaso, con su foto y el título de “presidente de la República del Perú”. Abajo, la bandera y luego el tipo de vino y la cosecha: Malbec 2003 (fue embotellado el 2005).
¿O sea que hay un vino marca Alan García?
No precisamente. Se trata de un lote especial de 120 botellas que hizo Viniterra para su cliente exclusivo. La etiqueta descriptiva lo dice claramente: “Fraccionado y Embotellado [sic] exclusivamente para su Excelencia el Sr. Presidente de la República del Perú”. (Ver foto).
La labor fue realizada por Enrique Segura en la bodega Viniterra. Las botellas fueron numeradas del uno al 120 y cada botella tiene el número diferente que le corresponde.
Un vino boutique para un cliente que si no tiene el tamaño si, por lo menos, los gustos boutique. Aunque le guste disimularlo.
¿Cómo se adquirió? “A Alan García sí se le vendió”, dice Sergio García Núñez, representante de Muki S.A. la empresa que importa vinos de la bodega Viniterra.
Pero la compra no se hizo aquí sino en Argentina. “Sí supe que había comprado Iubileus”, dice García Núñez, “el gerente de exportaciones… Leandro Rigo… me contó que habían comprado ese vino… eso ha sido el 2008, que me ha contado”, agrega.
Es evidente. Un examen de la botella, o de la caja, indica que no pasó por la Sunat. A un precio calculado modestamente de 50 dólares por botella, el total de la compra de ese lote fue, por lo menos, de 6 mil dólares. Libres de impuestos, según todo indica.
Diversas fuentes dignas de crédito indican que el vino se libó y se liba en Palacio. Parece ser el preferido de Alan García, aunque no está claro si es por el vino, por la etiqueta o por ambos.
Entonces, ¿quién compró el lote del Iubileus García?
Según Neyra, el subsecretario general que ha asumido las funciones de Nava, la que compra los licores es la Cancillería. Pero IDL-Reporteros (reporteros.pe) contactó al jefe de Logística de la Cancillería, Juan Flores, quien revisó los registros de su departamento y respondió que “no compramos vino argentino hace años. No tenemos registrado ese vino. Solo compramos vinos nacionales”.
La etiqueta posterior de una botella (del lote de 120) degustada en Palacio de Gobierno (Foto: IDL-Reporteros).
Entonces, si Palacio no compró ese lote; si no lo compró la Cancillería, ¿quién lo hizo?
¿De dónde salió el dinero para esa compra? ¿Cuántas compras más de ese tipo hay? ¿Y por qué no se pagó impuestos?
Preguntas interesantes por responder. La investigación tiene, por supuesto, que ser hecha con la mente clara. Pero mientras tanto, no dejemos de celebrar la calidad de un gran vino (cubramos, eso sí, la etiqueta con púdico silencio), sin el cual, como escribiera el gran Omar Khayam, “las cosas serían como son”.
Así, que, salud, doctor García.
Y ya que estamos en eso, salud también, doctor Nava. Tómese un poquito de ese vino, aunque sea en la taza de té. Así nadie se va a dar cuenta.