(Por: Juan Sheput)
Magaly Medina puede despertar antipatías o simpatías. En el público que la sigue genera hasta fanatismos; en el que no desde indiferencia hasta desprecios; pero cuando esta periodista es sometida a un juicio en un poder del Estado y se denuncia que su condena a pasar cinco meses en la cárcel es producto de un soborno, pues entonces es un problema que nos atañe a todos.
Magaly Medina puede despertar antipatías o simpatías. En el público que la sigue genera hasta fanatismos; en el que no desde indiferencia hasta desprecios; pero cuando esta periodista es sometida a un juicio en un poder del Estado y se denuncia que su condena a pasar cinco meses en la cárcel es producto de un soborno, pues entonces es un problema que nos atañe a todos.
Siempre se dijo, y esto es necesario recalcarlo, que la condena a cinco meses de prisión, por las características del delito y por los antecedentes de la condenada, eran rotundamente exagerada. Por eso es que se pensó que era una cortina de humo, un elemento distractivo del gobierno, sin embargo, aún así, por el ensañamiento se dijo que la pena era sobredimensionada.
En el momento de evaluar el por qué la Jueza María Teresa Cabrera había sido tan radical y extrema con la condena a Medina, nunca salió el tema dinero, soborno. Las razones son fáciles de entender: en el imaginario ciudadano sería realmente monstruoso que una persona vaya a la cárcel como consecuencia no de la Justicia sino de un soborno.
Por eso es que la denuncia de la señorita Margareth Huamán debe ser investigada a fondo. No puede pasar desapercibida ni tratarse como si fuera un asunto de farándula. Este, por las características del mismo, puede ser un caso emblemático para dar con una red de abogados sin escrúpulos que plantean soluciones con atajos (y por tanto corruptas) a denunciantes para terminar con fallos a su favor, a la medida. Aquí, en esta grave denuncia, se debe investigar a los abogados implicados, a los magistrados (se habla de María Teresa Cabrera y otros testigos), a la denunciante Margareth Huamán y -cómo no- a los padres del futbolista así como al mismo Paolo Guerrero.
En los últimos días estamos asistiendo con indiferencia a una serie de hechos cuestionables en el Poder Judicial que van desde acciones de amparo que favorecen extrañamente a constructoras hasta fallos exagerados como el de la señora Magaly Medina. Este deterioro de la institucionalidad no se puede permitir en un país que pretende ser desarrollado y es una lástima que el Dr. Javier Villa Stein, tan locuaz en asuntos de menor impacto, no diga nada sobre este grave asunto.
No es un tema farandulero. Que un denunciante, gracias al dinero que corrompe, pueda tener fallos judiciales a la medida, es algo que debe ser investigado. No sólo es cruel, sino monstruoso que una persona llegue a la cárcel no como consecuencia de un fallo objetivo de la Justicia sino como una exigencia corrupta que nace de un soborno. Eso es lo que tiene que investigarse. Más aún cuando se ha puesto de moda que algunos individuos con indicios de corrupción respondan a las denuncias de periodistas y ciudadanos con juicios "por difamación".
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